Día del espectador: Contra la pared
Algunas semanas los cines están inundados de entretenimiento ligero hecho en Hollywood (no me malentiendan, no estoy en contra de Hollywood, lo que quiero es tener varias opciones) y de repente se llenan de películas de todo tipo, genero y país de procedencia. Las películas que ganaron premios el año pasado en festivales importantes, se pueden ver en cartelera regular.
Pamplona tiene dos complejos de cine grandes, (estilo Cinemex o Cinepolís), con unas doce salas o algo así, en los dos centros comerciales. Además cuenta con cinco cines de entre tres y seis salas. Aparte de esto hay varios cine clubs, proyecciones al aire libre o salas de exposiciones que a veces ponen ciclos de películas.
Hoy fui a ver la película ganadora del Oso de Oro de Berlín 2004, Contra la pared, del turco – alemán Fatih Akin. Esta es su octava semana en cartelera y para ser miércoles, había bastante gente en la sala.
Es la historia de dos seres marginales, viviendo con un pie en el abismo. Se conocen en una clínica siquiátrica, en donde ambos se encuentran por intento de suicidio. Ella tiene 21 años y quiere escapar de una familia opresiva y muy tradicional en la que el machismo la mantiene a raya. El tiene cuarenta, es violento y se la pasa atiborrado de alcohol y drogas, intentando olvidar algo o con rabia por algún suceso de su pasado.
La película, como todas las del estilo, es fuerte, violenta, de una violencia que desgarra porque está siempre dirigida a ellos mismos; su objetivo es la autodestrucción. Tiene además, sus puntos, si no cómicos si con un cierto humor agrio y también una ternura y una necesidad de protección y cariño muy escondida. Es de esas películas que calan por sus personajes, personajes que odias y quieres al mismo tiempo, que te desesperan, que no entiendes, que de ninguna manera justificas pero que además te resultan simpáticos. Dos jugadores de ruleta rusa que siempre están apostando a perder.
También es la película de dos extranjeros en su propia tierra, de una vuelta a los orígenes, de comenzar de nuevo en el lugar de donde viene su familia, Estambul; una película que encaja con los aires de diversidad que promueven en la Constitución Europea que ahora anda de cabildeo para el próximo referéndum.
Al final deja una sensación contradictoria de esperanza y de resignación, un gusto a que pueden las cosas ir mejor y al mismo tiempo de que pueden volver a estar igual de mal que siempre, incluso peor. También me gustó mucho la música, que lleva siempre el ritmo y hace contrapunto a los momentos agitados, a los tristes, a los románticos, a los desesperanzados.
Pamplona tiene dos complejos de cine grandes, (estilo Cinemex o Cinepolís), con unas doce salas o algo así, en los dos centros comerciales. Además cuenta con cinco cines de entre tres y seis salas. Aparte de esto hay varios cine clubs, proyecciones al aire libre o salas de exposiciones que a veces ponen ciclos de películas.
Hoy fui a ver la película ganadora del Oso de Oro de Berlín 2004, Contra la pared, del turco – alemán Fatih Akin. Esta es su octava semana en cartelera y para ser miércoles, había bastante gente en la sala.
Es la historia de dos seres marginales, viviendo con un pie en el abismo. Se conocen en una clínica siquiátrica, en donde ambos se encuentran por intento de suicidio. Ella tiene 21 años y quiere escapar de una familia opresiva y muy tradicional en la que el machismo la mantiene a raya. El tiene cuarenta, es violento y se la pasa atiborrado de alcohol y drogas, intentando olvidar algo o con rabia por algún suceso de su pasado.
La película, como todas las del estilo, es fuerte, violenta, de una violencia que desgarra porque está siempre dirigida a ellos mismos; su objetivo es la autodestrucción. Tiene además, sus puntos, si no cómicos si con un cierto humor agrio y también una ternura y una necesidad de protección y cariño muy escondida. Es de esas películas que calan por sus personajes, personajes que odias y quieres al mismo tiempo, que te desesperan, que no entiendes, que de ninguna manera justificas pero que además te resultan simpáticos. Dos jugadores de ruleta rusa que siempre están apostando a perder.
También es la película de dos extranjeros en su propia tierra, de una vuelta a los orígenes, de comenzar de nuevo en el lugar de donde viene su familia, Estambul; una película que encaja con los aires de diversidad que promueven en la Constitución Europea que ahora anda de cabildeo para el próximo referéndum.
Al final deja una sensación contradictoria de esperanza y de resignación, un gusto a que pueden las cosas ir mejor y al mismo tiempo de que pueden volver a estar igual de mal que siempre, incluso peor. También me gustó mucho la música, que lleva siempre el ritmo y hace contrapunto a los momentos agitados, a los tristes, a los románticos, a los desesperanzados.
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