8.2.06

Un año

En estos días se cumple un año de que comencé a escribir en este blog. Algunas cosas siguen igual, otras no.

Entre las que siguen igual, son las muertes de mujeres a manos de sus parejas o ex parejas. La violencia contra la mujer se diferencia de la de Cd. Juárez, en que los verdugos tienen nombre y apellidos. Algunos de ellos se suicidan después de matar a su mujer o ex mujer. En Juárez los asesinos siguen siendo anónimos aunque vivan bajo el mismo techo que su víctima. Y las víctimas son nombres sin ningún sentido para la autoridad, ni para la sociedad. Todos sabemos lo que pasa, todos nos escandalizamos, y lo cierto es que 13 años después, las cosas siguen más o menos igual.

En el barrio del Carmel las cosas también siguen más o menos con la misma tónica, aunque con sus incoherencias. Por ejemplo, las personas que perdieron totalmente su casa, ya recibieron un piso nuevo. Las que tuvieron daños estructurales pero no se cayeron o no tuvieron que derribar, siguen viviendo en hoteles o con amigos y familiares. Tardarán todavía en entregarles sus casas, porque las labores de"refuerzo" de las estructuras son complejas y tardarán. El tunel del metro que causó el derrumbe sigue en las mismas, lo medio llenaron de concreto y ahí está muriendose de la risa. Otra de las incoherencias es que los vecinos del Carmel se enteran de los avances o noticias sobre todo por la prensa, radio, televisión, nunca por los funcionarios públicos que llevan el caso. A veces pasan cosas en este país que me hacen entender porque en México estamos como estamos. No lo hurtan, lo heredan, diría mi papá.

Algo que ya no sigue igual: ¿recuerdan aquel bar en donde escuché a Lorca por primera vez?. La plata, creo que se llamaba, donde me metí a tomar un café antes de la exposición "La tierra vista desde el cielo. Pues ya no existe ni el bar, ni el cine donde estaba el bar. Fue derribado y harán, supongo, un edificio de departamentos. Ya siento nostalgia por algunas cosas de Pamplona. Quién me lo iba a decir.

2 Comments:

At 3:30 a.m., Anonymous Anónimo said...

Suenen pues las man~anitas (sin mariachis), y alumbrese el cuarto con las 365 velitas que la etiqueta exige. Aunque se pide que sean de las de truco. De las que no se apagan. De esas con las que se alumbraban las noches en el cerro de los dos conejos. De esas que nos llevamos cargando al exhilio envueltas en acordes que se escribieron en 19 dias, y no se olvidan en 500 noches. De esas que se llevan los ausentes y los desaparecidos que regresan solo para decir que les da gusto no encontrarte en Coyoacan. Saber que tienes morral nuevo. Saberte cuidada por Bioy y cobijada por el cielo Navarro.
Un abrazo desde la america ignota.

 
At 6:03 p.m., Blogger LaMaga said...

Hace ya tiempo que las velas de cerro dos conejos se apagaron, para encenderse otras; horacio y la maga tienen nuevos amores; a cambio, llegó Bioy, aunque eso no significa que los ha reemplazado, el tequila se fue con su música a otra parte y dio paso al patxarán. Sabina sigue cantando con alivio y voz cada vez más ronca pero también más sabia, el café se toma ahora en cualquier bar de la esquina; el morral es nuevo pero lleva los mismos recuerdos. Y nosotros seguimos sin buscarnos, pero encontrándonos. El mítico Rodrigo y la mítica Maga siguen debiendose un puente entre el desierto de Arizona y los Pirineos, un mojito a la salud de Hemingway, no en la Bodeguita pero sí en el Hotel La Perla (ahora está en reforma). Da gusto seguir topandose en cualquier puente, sin citas precisas como las de la gente que necesita papel rayado para escribirse, en encuentros casuales que no tienen nada de casual. Un abrazo, Rodrigo.

 

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