14.9.06

Amores Perros

Hce miles de años, el hombre descubrió a un animal que le sorprendió ya que tenía un sistema de organización muy parecido al de las sociedades humanas. Este animal, el lobo, podría ser muy útil para el hombre, tanto en la su forma de convivir con el resto de lobos, como en su forma de cazar, buscar comida, guardarla, etc. No se sabe muy bien como, pero unos cachorros de este animal fueron a parar a una tribu, y se descubrió que se adaptaban rápidamente a los niños. Así que estos cachorritos crecieron junto con los niños de la tribu, y a partir de ahí nació una sociedad híbrida, una sociedad en la que el animal y el hombre estaban unidos y se complementaban. A lo largo de los años, se descubrió que además de ser útil en la casa y con los niños, el animal, ya domesticado e incluso ya con el nombre de perro con el que lo conocemos actualmente, también podía, através de un intenso entrenamientos, ser útil y especializarse en muchas otras labores. Así que el hombre lo sometió a estos entrenamientos y le ayudó, gracias a la genética, a desarrollar mucho más cada habilidad que el perro demostraba; así surgieron las razas, de la labor de el hombre de selección y crianza de los ejemplares que mejor desarrollada tuvieran cada habilidad. Los primeros perros domésticos, por tanto, tuvieron trabajos muy concretos, ya sea de pastoreo, de caza o de guardianes de la tribu. Pero sobre todo y desde el inicio, la principal actividad del perro fue la de acompañar al hombre. Por eso se dice que el mejor amigo del hombre es el perro (al revés, ya no tanto) porque desde siempre lo ha acompañado fielmente.

En su libro Observe a su perro, Desmond Morris dice y quizá con mucha razón, que el contrato firmado por perros y hombres hace ya tantos años, en el 99 por ciento de las ocasiones es roto por el hombre. Todos sabemos que algunos perros, aparentemente sin ninguna razón, atacan a la gente. En la palabra "aparentemente" radica el misterio pero también la respuesta: por lo general, los perros que atacan siempre tienen alguna razón para hacerlo, aunque nosotros, los hombres, seamos incapaces de descubrir cuál es. Al reves, como decía, ya no tanto. Algunas veces los hombre atacan a los perros, y es mucho más díficil encontrar una verdadera razón para ello.

Conozco gente a la que no le gustan los perros. Otra que simplemente pasa de ellos. Y todos tienen sus razones, o no, para hacerlo y los entiendo. Los que no tienen ninguna razón, según mi forma de verlo, es aquellos que los maltratan y agreden. Esa gente ya me resulta sospechosa incluso en el trato al resto de la gente. Me resulta muy fácil imaginarme a esa persona que golpea, maltrata o abandona a un perro, aquellos torturadores de animales, tiranizando a su familia, saltandose las leyes de tráfico, y siendo cruel con sus semejantes, incluso con aquellos a los que quiere. Es a estas personas a las que no entiendo. Porque no a todo el mundo tiene que gustarle un perro o un gato, pero de no gustarte a dejarlo atado a un árbol para que muera de hambre y se lo coman los bichos, hay un abismo enorme.

Hace ya varios días que quería escribir sobre esto, primero porque leí el libro de Desmond Morris y luego porque tuve la ocurrencia de darme una vuelta por la página de la Sociedad Protectora de Animales, el lugar de donde vino Bioy. Ahí hay historias terribles sobre el maltrato y el abandono a los perros y lo que sigue impresionando todavía más, es la actitud de los perros, siempre fiel y cariñosa incluso con su verdugo. Leí, por ejemplo, la historia de un perro al que su dueño abandonó porque se iba a vivir a Francia. El perro no quiere abandonar la casa, sigue ahí, esperando a su amo. Han tratado de llevarlo a un refugio, alguna gente le lleva de comer, pero el perro no come, solo espera. O la historia que sucedió en las vacaciones de Semana Santa pasadas, en las que una familia que volvía de las vacaciones se accidentó y murió. El perro, que iba en el coche, se quedó esperando a sus amos, que nunca volverían. Nadie se percató de él, así que el perro volvió caminando hasta su casa y se sentó, de nuevo a esperar. Y es que los perros no solamente enseñaron a aquellos hombres, nuestros antepasados, una forma de organización útil en el sentido de cazar y obtener comida, sino también una forma de convivir con los otros a base de la solidaridad y el cariño. Se sabe que los lobos, por ejemplo, ayudan a las hembras a alimentar a los cachorros, o los cuidan mientras la hembra va en busca de comida. Toda la manada, no solamente el padre, se hace cargo de los pequeños miembros. Estos ejemplos son mucho más humanos que algunos en los que los protagonistas somos nosotros, los hombres.
Y así como una persona que maltrata o tortura o abandona a un animal, me resulta francamente sospechosa respecto a su trato con los seres humanos, así también a veces me he sorprendido siendo prejuiciosa con la gente hasta descubrir su humanidad gracias a su trato con los animales. Un día me subí a un taxi, creo que del Hospital Español, en Ave. Ejército Nacional, hasta el Ángeles del Pedregal. Por alguna razón tenía que ir en taxi, tenía prisa por llegar, y aunque suelo subirme a taxis de sitio, y fijarme en el conductor, esta vez me subí sin fijarme mucho, y al subirme descubrí a un hombre con una pinta de delincuente que realmente me preocupaba. Incluso pensé en decirle que mi bajada era antes, y así tomar otro taxi. Los que conocen la ciudad de México entienden porque tanta desconfianza. El caso es que ibamos por periférico, cuando a la altura de Constituyentes, el tráfico se había parado. Cual fue nuestra sorpresa al descubrir la causa: en pleno carril de alta velocidad, un gatito estaba muerto de miedo, sin poder ir hacia adelante ni hacia atrás. Los coches lo único que podían hacer era sortearlo, pero era cuestión de minutos que ese gato muriera entre las ruedas de cualquiera menos prudente o menos amable. Así que el chofer de mi taxi se paró en pleno periférico, puso las luces intermitentes, se bajó del coche, cogió en brazos al gatito y empezó a parar el tráfico para cruzar los dos carriles centrales y el carril lateral que faltaban hasta llegar a la acera. Ahí, caminó unas cuantos pasos, hasta ver que el gato no retrocedería de nuevo a la calle y lo depositó suavemente en una jardinera. Al volver, el hombre casi lloraba, dijo que no podía dejar que muriera. El resto del camino lo hicimos los dos al borde del llanto, pues me contó la historia de su hijo, que estuvo mucho tiempo enfermo, creo que por un accidente en moto, en el hospital y al lado había otro hombre con su hijo, también muy grave. Creo que al final el hijo de alguno de los dos hombres, ya no recuerdo cuál, murió, y tampoco recuerdo que tenía que ver esta historia con la del gato, pero algo tendría que ver, digo yo.
Tardé varios días en decidirme a escribir todo esto, que ya tenía planeado, pero ayer surgió una noticia en la televisión que nos dejó perplejos: en el año 2004, un veterinario de Aguiño, el pueblo donde fuimos de vacaciones, en Galicia, grabó a un vecino que le propinaba una paliza a un perro. Lo demandó y como tenía pruebas, el hombre fue condenado a pagar una multa por maltrato a los animales, porque al parecer ese no era el único perro al que había maltratado. Las escenas son terribles, el hombre le da golpes al perro con un tubo y el perro, un pastor alemán inmenso, no hace ningun amago de defensa o de ataque, simplemente llora ante la lluvia de palos que le cae encima. El veterinario ha vuelto a demandar a este hombre, porque ahora le hace la vida imposible, le roció de gasolina su casa y le envenenó un perro. Lo sorprendente del caso, y la razón por la que salió ayer en las noticias, es que la gente del pueblo de Aguiño no solo defiende al anciando maltratador, sino que además le aplaude mientras que el veterinario tuvo que salir escoltado por la policía por la cantidad de abucheos y amenazas de los vecinos. El anciano dice que todos son mentiras, siendo que todos podemos verlo en el video golpeando al perro. Después de ver eso, ya empieza a dejar de sorprenderme que haya gente que queme los montes gallegos. Serán los mismos que golpean a los perros, o por lo menos, son de la misma calaña.

3 Comments:

At 4:13 p.m., Anonymous Anónimo said...

La crueldad es innato en el ser humano, cosas como estás me lo demuestran a diario, por mucho que una parte de mi crea en la nobleza de las personas.

 
At 7:49 p.m., Anonymous Anónimo said...

mvz. la crueldad para los animales se les reflexa para la comunidad de lo que estan echos ¿verdaderas personas o enempigos de los animales? ¿quien son los animales?

 
At 7:54 p.m., Anonymous Anónimo said...

El maltrato hacia los animales no sólo es físico, ya que está demostrado ampliamente que sienten y sufren trastornos sicológicos como cualquier ser humano.
no estoy de cuerdo con el maltrato de ningun tipo d animales.

 

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