Hable con ella
La “actualidad informativa” (como les gusta llamarla a los propios medios) de España se encuentra en el ámbito internacional: la polémica muerte de Terri Schiavo, y las inminentes del Papa Juan Pablo II y el príncipe Rainiero. En realidad, hace días que quería comentar algo sobre Terri Schiavo, pero ahora estoy indignada por lo que estoy viendo por televisión y escuchando por la radio. Si cualquiera de ustedes enciende alguno de los dos, pensará inmediatamente que el Papa ya se murió. Los medios lo han matado antes de tiempo (no sabemos todavía si mucho antes o poco antes). Una y otra vez se ven las últimas imágenes que al parecer tendremos del Papa, imágenes muy duras sobre su impotencia y su dolor. Saben, porque ya lo puse en un post anterior, que simpatizo con el Papa y por tanto no sorprenderá lo indignada que estoy por el manejo (eso tampoco es sorprendente, el papel de los medios) que se hace de la agonía de este hombre. Quizá algunos piensan al contrario que yo, que lo que estamos viendo es interés y preocupación por la salud del Papa y no dudo que así sea en los espectadores, en los radioescuchas, en toda la gente que está reunida en la Plaza de San Pedro esperando y rezando; pero la forma que tiene los medios de demostrar y lanzar la preocupación al aire tiene mucho de morbo, y no tengo más que ver esas imágenes y escuchar la lista de enfermedades desplegada en las pantallas.
Pero yo venía a hablar de Terri Schiavo, no de la polémica política, familiar o judicial que ya se ha dicho mucho de ello, sino de una reflexión que me surgió y es la de lo poco familiarizados que estamos con la muerte, pero también con la vida; y de lo lejana que está la realidad física y científica de estas ideas que tenemos de ello. Los médicos de Terri Schiavo diagnosticaron muerte cerebral, lo cual, para ellos es decir muerte, sin más. El hecho de respirar era un reflejo mecánico inducido artificialmente, al darle de comer y de beber. A los que no somos médicos nos cuesta trabajo entender que una persona que respira, aunque sea de manera artificial (no me refiero a si tenía máquina de respiración asistida, sino de que se le ayuda con las sondas para comer) que abre los ojos y esboza una especie de sonrisa, no esté viva. ¿Qué significa estar vivo, entonces?. Los médicos aseguraban, sobre todo, que Terri no sentía, que no escuchaba. Lo de no sentir ya tiene más cercanía con lo que llamamos vida y es el punto de explicación más simple que nos puede dar la ciencia respecto a lo que llaman muerte cerebral, cosa que al parecer seguimos sin entender.
Esto me lleva a pensar que para nosotros la presencia es vida y por tanto la ausencia es muerte. En parte es así, pero no creo que sea tan sencillo. Volvemos a algo que mencioné en cuanto al caso de Ramón Sampedro (en el post sobre Amenábar y Mar Adentro) y es algo que yo le puse el nombre de egoísmo pero que quizá se llame de otra manera. También hablo de amor, aunque también quizá se llame de otra manera. Los padres y hermanos de Terri Schiavo demostraban su afecto a través de la presencia del cuerpo de Terri, no de lo que ella “viviera” o sintiera. El esposo demostraba su afecto de manera contraria (y eso sin querer entrar en la polémica de que si lo hizo por dinero o no, porque de eso se dicen muchas cosas, todas contradictorias).
El caso es que la polémica se agravó simple y sencillamente porque Terri no podía decidir, porque cada una de las personas que la querían eran los que decidían todo, pero decidían sobre todo si Terri sentía o no, y por tanto, si seguía viva o no, independientemente de lo que los médicos dijeran.
Lo cierto es que creo que sería bueno dar una repasadita a nuestra relación con la muerte, ese tabú que nos acompaña pero lo miramos de reojo, sin querer verlo de frente; que nunca esperamos que suceda pero siempre sucede, que es lo mas natural de todo lo que nos pasa en la vida, tan natural como el hecho de haber nacido; que no podemos eludir pero siempre estamos posponiendo; sentarnos a tratar de entenderlo un poquito, por lo menos un poquito. No se trata de resignación, ni de quitarnos el dolor, sólo se trata de aceptar que esta ahí, como mosca detrás de la oreja, y que el hecho de no saber ni cómo ni cuando sucederá nos da todo el resto de nuestra vida (retroactivamente), para tratar comprenderlo. A veces el drama no está en la muerte, sino en la vida, o en las circunstancias de la muerte (casi siempre está en las circunstancias, que si porque era muy joven, o porque era muy viejo, o porque estaba muy enfermo o estaba muy sano). Sería muy saludable para todos dejar de ver el binomio de forma maniquea y prejuiciosa, porque el nacimiento parece regocijo, pero en realidad no lo es para todos (ni para el que nace ni para la que pare) ni la muerte es tan mala para todos (algunos la desean o la esperan); ni siquiera sabemos cómo es, así que por lo menos deberíamos darle el beneficio de la duda.
Pero yo venía a hablar de Terri Schiavo, no de la polémica política, familiar o judicial que ya se ha dicho mucho de ello, sino de una reflexión que me surgió y es la de lo poco familiarizados que estamos con la muerte, pero también con la vida; y de lo lejana que está la realidad física y científica de estas ideas que tenemos de ello. Los médicos de Terri Schiavo diagnosticaron muerte cerebral, lo cual, para ellos es decir muerte, sin más. El hecho de respirar era un reflejo mecánico inducido artificialmente, al darle de comer y de beber. A los que no somos médicos nos cuesta trabajo entender que una persona que respira, aunque sea de manera artificial (no me refiero a si tenía máquina de respiración asistida, sino de que se le ayuda con las sondas para comer) que abre los ojos y esboza una especie de sonrisa, no esté viva. ¿Qué significa estar vivo, entonces?. Los médicos aseguraban, sobre todo, que Terri no sentía, que no escuchaba. Lo de no sentir ya tiene más cercanía con lo que llamamos vida y es el punto de explicación más simple que nos puede dar la ciencia respecto a lo que llaman muerte cerebral, cosa que al parecer seguimos sin entender.
Esto me lleva a pensar que para nosotros la presencia es vida y por tanto la ausencia es muerte. En parte es así, pero no creo que sea tan sencillo. Volvemos a algo que mencioné en cuanto al caso de Ramón Sampedro (en el post sobre Amenábar y Mar Adentro) y es algo que yo le puse el nombre de egoísmo pero que quizá se llame de otra manera. También hablo de amor, aunque también quizá se llame de otra manera. Los padres y hermanos de Terri Schiavo demostraban su afecto a través de la presencia del cuerpo de Terri, no de lo que ella “viviera” o sintiera. El esposo demostraba su afecto de manera contraria (y eso sin querer entrar en la polémica de que si lo hizo por dinero o no, porque de eso se dicen muchas cosas, todas contradictorias).
El caso es que la polémica se agravó simple y sencillamente porque Terri no podía decidir, porque cada una de las personas que la querían eran los que decidían todo, pero decidían sobre todo si Terri sentía o no, y por tanto, si seguía viva o no, independientemente de lo que los médicos dijeran.
Lo cierto es que creo que sería bueno dar una repasadita a nuestra relación con la muerte, ese tabú que nos acompaña pero lo miramos de reojo, sin querer verlo de frente; que nunca esperamos que suceda pero siempre sucede, que es lo mas natural de todo lo que nos pasa en la vida, tan natural como el hecho de haber nacido; que no podemos eludir pero siempre estamos posponiendo; sentarnos a tratar de entenderlo un poquito, por lo menos un poquito. No se trata de resignación, ni de quitarnos el dolor, sólo se trata de aceptar que esta ahí, como mosca detrás de la oreja, y que el hecho de no saber ni cómo ni cuando sucederá nos da todo el resto de nuestra vida (retroactivamente), para tratar comprenderlo. A veces el drama no está en la muerte, sino en la vida, o en las circunstancias de la muerte (casi siempre está en las circunstancias, que si porque era muy joven, o porque era muy viejo, o porque estaba muy enfermo o estaba muy sano). Sería muy saludable para todos dejar de ver el binomio de forma maniquea y prejuiciosa, porque el nacimiento parece regocijo, pero en realidad no lo es para todos (ni para el que nace ni para la que pare) ni la muerte es tan mala para todos (algunos la desean o la esperan); ni siquiera sabemos cómo es, así que por lo menos deberíamos darle el beneficio de la duda.
2 Comments:
Me detuve un momento por aquí para leer tus cartas. creo que necesitaba compañía para sobrevivir a la mañana, hay mañanas que duelen no es para menos, poco entiendo de las cosas que suceden. En fin, que leer tus palabras, aunque algunas veces te estuvieras hablando a ti misma, me hicieron bien. Me gustó ese ritmo semilento, como dictado desde una charla de café. Me gustó oírte. Hasta siempre.
Me detuve un momento por aquí para leer tus cartas. creo que necesitaba compañía para sobrevivir a la mañana, hay mañanas que duelen; no es para menos, poco entiendo de las cosas que suceden. En fin, que leer tus palabras, aunque algunas veces te estuvieras hablando a ti misma, me hicieron bien. Me gustó ese ritmo semilento, como dictado desde una charla de café. Me gustó oírte. Hasta siempre.
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