Día dos: llegar y besar el santo
Un pañuelo rojo por la sangre derramada del santo, otro pañuelo negro por la sangre derramada en Londres
8.00 a.m. Primer encierro. Ganadería Santiago Domecq. Saldo: en esta esquina, dos heridos por contusiones, ninguno por asta de toro. En la otra esquina, un toro se estampó en la valla de la curva de Mercaderes y se rompió el asta con la que no hirió a ningún humano.
Ni qué decir hacia donde se dirigen mis simpatías y compasión, pero si voy a decir mis razones: Los corredores van por voluntad propia y bajo su cuenta y riesgo, a los toros los llevan al matadero sin pedirles permiso ni opinión.
10.00 La resaca de Pamplona resulta frívola en comparación con la resaca con la que Londres se levanta después de su fiesta por la designación como ciudad olímpica 2012. Me da la impresión de que la delegación de Madrid, en secreto, respira aliviada por haber resultado perdedora. Ya se me quitaron las ganas de fiesta, lo cual no implica que no vaya a seguir festejando. Decía mi primo Gerardo que hay más gente buena que mala en el mundo, el problema es que por cada una de las malas se joden muchas de las buenas.
11.30 Pamplona es una ciudad con muchos santos. Por un lado, está el santo patrono de Pamplona, San Saturnino, por otro, los dos patrones de Navarra, San Fermín y San Francisco Xavier. Y si toda la gente sale a la calle en sanfermines, creo que el festejado no sólo tiene derecho a hacerlo sino la obligación, de andar un rato por el casco viejo.
Estaba dormitando frente a la televisión, escuchando a un cura explicar todo el sentido y detalle de la procesión de San Fermín. De repente, en un segundo de consciencia, me pregunté y qué hago yo aquí escuchando al cura, pudiendo ir a verlo en vivo. Salí a la calle a buscar la procesión, aunque ya un poco tarde, sin saber si la encontraría. A veces estamos en el lugar justo en el momento exacto. Llegué a la Iglesia de San Fermín en el momento en que el santo llegaba de nuevo a casa después del paseíllo. A esas cosas se les llama a veces casualidad, a veces suerte. Yo le llamo llegar y besar el santo.
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