¿Encontraré a la Maga?

Toda niña que haya vivido su infancia a principios de los ochenta, tendrá en sus recuerdos dos cosas imborrables: la novela Mujercitas, y el anime japonés La dulce niña Candy. Para ser sinceros, las decepciones amorosas y vicisitudes de la dulce niña Candy se apartan muy poco de un guión común de telenovela mexicana o venezola, o colombiana, del estilo Pasión de Gavilanes, pero ah, como nos hacía soñar, reir y llorar la dulce niña Candy. ¿Quién no se enamoró de Anthony, y dudo entre su tierno amor y el apasionado y guapisísisimo Terry?, ¿quién no lloró con la muerte de Anthony?.

Empecé a ver esta novela para niñas (aunque sé que todos los niños de la época la conocen y no dudo que hubiera alguno enganchado) cuando iba de vacaciones a México, porque en Juárez no la pasaban y siempre me quedaba a la mitad de las historias, luego cuando la pasaron en Juárez, algún tiempo después, continué viendola y buscandome los capítulos que me faltaran, pero no recuerdo si vi el final. Lo que si recuerdo es lo cursi que me parecía la canción de inicio, pero era una canción pegajosa, que aún ahora puedo tararear, y que resumía toda la dulzura y cursilería de la novelita, pero que quieren, a mi me encantaba, y ahora seguro que todas las que veíamos Candy podríamos cantarla.

Gracias a internet, ahora, veintitantos años después de que la vi, me entero de quien y como se creó Candy, candy, y también me entero de que aún ahora cuenta con millones de fans en todo el mundo. La historia es la siguiente: Candy fue primero un manga creado por dos chicas, Kyoko Mizuki y Yumiko Igarashi, en 1975, poco después se convirtió en anime llevado a la pantalla por primera vez entre 1976 y 1979, con 115 capítulos; después vinieron dos OVA´S (Original Video Animation) y finalmente, las novelas, tres volumenes en los que Mizuki reescribió la historia original. Estas novelas fueron reimpresas a comienzos de los noventa en japonés, y reeditadas una vez más en el 2002 en Japón, pero al parecer aún se espera que se publiquen en otros idiomas. Sin embargo, como tantas veces en la novela de Candy, la historia no tiene final feliz: aquellas niñas que soñamos y lloramos con las desgracias de Candy no podemos volver a verla por ahora porque está prohibida la redifusión de la serie desde 1994, debido a un pleito legal entre las autoras.

¿Y que es lo que tanto emocionaba de Candy, si su argumento se parece tanto a una telenovela actual? Probablemente que el personaje de Candy era la niña buena y dulce, pero con un toque de rebeldía. Candy no era, a pesar de la apariencia, la niña que soñaba con el príncipe azul...para casarse con él. De hecho, Candy no se casa con ninguno de sus novios, y vaya que tiene varios a lo largo de la serie, pero tampoco parece importarle mucho. Candy crece como una mujer independiente, valiente, que se enfrenta al mundo y a su soledad, que se construye un futuro por sí misma (aunque pa que negarlo, la fortuna del tío abuelo William, que la adopta, también ayuda). Candy, al principio de la serie, no tiene casi nada, es una huérfana en un orfanato que sólo tiene la amistad de Annie, A lo largo de su camino, va adquiriendo experiencias, conocimientos, aventuras, amigos, amores, pero también va renunciando a cosas, lo cual le da una fortaleza increíble, que la hace ser una ave fénix que resurge después de cada desgracia (le pasan todas). Candy aprende a ser feliz "sin": sin padres, sin dinero, sin los amores de su vida (uno muere temprano y el se tiene que casar, chantajeado, con otra mujer). Pero aún así, Candy nunca renuncia al optimismo, a la búsqueda de la felicidad. Y al final, como toda buena telenovela, consigue sus sueños: el príncipe azul (y el dinero, por qué no decirlo)

Y luego nos sorprendemos de que Corín Tellado venda millones de sus novelitas.