29.7.05

Un lugar de la Mancha

En un boletín de noticias literarias leí que tras dos años de estudio, investigadores llegaron a la conclusión de que el pueblo de Villanueva de los Infantes (provincia de Ciudad Real) es aquél lugar de la Mancha de cuyo nombre Cervantes no quería acordarse. Llegaron a esto, entre otras cosas, gracias a la velocidad de Rocinante y Rucio (no es broma).

La noticia me recordó aquella desdichada ocasión en que me enamoré del Pijoaparte. Estaba tan enamorada que sufría mucho por él y esperaba que Teresa no le hiciera daño, no se aprovechara y se enamorara sinceramente a pesar de sus diferencias sociales. Pero no podía dejar de lado el hecho obvio y contundente de que la novela se llama Últimas tardes con Teresa, y en el título lleva implícito un final que no era precisamente el que yo esperaba, o más bien, el que yo deseaba. Eso me dejaba desolada. Me demoraba página tras página, no quería terminar la novela pues sabía que pasara lo que pasara, el hecho era que el Pijoaparte se quedaría sin su Teresa. A veces la literatura es tan implacable como la muerte. Por mucho que juegues con la imaginación, que vayas y vengas, estudies, investigues, indagues, busques, inventes, llores, rías, te enamores y sufras, lo cierto es que lo escrito escrito está, y tú no vas a cambiarlo.

Algunos autores, como Hemingway, dejan lo más importante sin escribir. Su literatura se basa en lo no dicho, en la lectura entre líneas, lo que pone al lector en el importantísimo papel de completar, por decirlo de alguna manera, lo que lee (la Obra Abierta de la que habla Umberto Eco). En los silencios y en los vacíos es en donde se deben buscar las respuestas. Sin embargo, debemos saber que sea cual sea la respuesta que encontremos, lo cierto es que la última palabra la dice el autor y cualquier cosa que se nos ocurre es objetiva y personal. La única realidad palpable es la que está en el papel (hablo de literatura, exclusivamente eh).

Así que podemos llegar a cualquier conclusión, “saber” de qué huían los hermanos de Casa Tomada (el cuento de Cortázar), imaginar como es un axolotl, un cronopio o un fama, podemos imaginar finales cerrados para finales abiertos, pero como dice Sabines “no lo sé de cierto, lo supongo”. Para suponer tenemos carta abierta. Pero algunas respuestas sólo las tiene el autor.

La noticia sobre el pueblo de la Mancha al principio me sorprendió, luego me hizo reír, me pareció un poco absurdo. Porque los escritores también tienen derecho a guardar sus secretos. Si las palabras disfrazan verdades reveladas, terribles o hermosas, sólo el escritor sabe a lo que se refiere. Los demás sólo podemos conjeturar, suponer o creer que tenemos la respuesta correcta, pero no la sabemos, y quizá tampoco valga la pena saberla. Es el misterio y la magia de la literatura.

Pues sí, diez investigadores, durante dos años, se dedicaron a investigar dónde estaba el lugar de la Mancha y además, les pagan por hacerlo.
Como habrán supuesto, todo esto lo escribo por puritita envidia, qué más quisiera yo que me pagaran por eso, por averiguar lo que quiso decir una persona muerta hace siglos y que quiso llevarse su secreto a la tumba.
No creo que gane nada, ni tampoco creo que se pierda nada con saberlo o dejar de saberlo (como digo una cosa digo otra, dijo la Chimoltrufia).
Creo que si Cervantes hubiera querido que lo supiéramos, nos lo habría dicho.
Y nos habríamos quedado sin las primeras líneas más famosas de la historia de la literatura.

14.7.05

Noveno y último día: Pobre de mí

No tenemos ni el dinero ni la edad para salir todos los días, por lo que el domingo fue el último día que salimos. El resto lo hemos aprovechado para descansar por las tardes, el calor empieza de nuevo.
Faltaron cosas por hacer, como ir al "encierrillo", que es cuando trasladan a los toros por la noche de los corrales donde los tienen a los corrales de donde saldrán al encierro; ir a la Ciudadela a ver los fuegos artificiales, o ir a la Plaza de Toros a las ocho de la mañana a ver llegar los toros que corren el encierro. O sea que ya tenemos plan para el próximo año.
El último día, la fiesta acaba en el lugar donde empezó, en la Plaza del Ayuntamiento. Los pañuelos se levantan con las dos manos, la plaza se llena de velas y se entona el "Pobre de mí".
Faltan 365 días.

10.7.05

Día cinco: The Freak Show

Antes de la conciencia, lo primero que debe dejarse fuera cuando se va a una corrida de toros en San Fermín, es el sentido del ridículo. Lo ideal es sacar lo más hortera que se tenga en el armario, pero también hay algunas piezas básicas que pueden ser altamente útiles: un delantal, un gorro de playa, un chubasquero desechable, cualquier cosa que te pueda mantener un poco limpio el mayor del tiempo posible, aunque nunca habrá una garantía. En la Plaza de Toros, llueve de todo, empezando por la sangría que se lleva en grandes neveras o en cubos de basura comprados especialmente para eso (espero). Las peñas se colocan en la parte más alta de la Plaza, y desde ahí, animan, tocan y cantan. En una tarde de corrida en San Fermín, ser frikie es lo normal, ser normal te costará una lluvia que no dejará un solo espacio blanco en la ropa.

Lo más parecido a lo que sucede ahí quizá sea el antiguo circo romano. En el ruedo, un toro y varios hombres luchan a muerte; fuera del ruedo, eso es lo de menos. De repente entiendo mejor eso que se dice que los mexicanos nos burlamos de la muerte: no es una herencia indígena.

Había pensado escribir lo que pienso sobre la lidia, pero ya se me ha pasado ese interés. Sólo dejo aquí constancia que sí, el matador se arriesga, pero el toro siempre muere, por lo que la lucha sigue siendo desigual. Aunque también hay que decir que torear en Pamplona tiene su plus; arriesgas tu vida y nadie lo valora, ni siquiera te toman en cuenta, no hay un mínimo de respeto ni por el toro ni por el torero. Así que estoy dispuesta a reconocer a los que se atreven a venir a esta plaza, sobre todo los que vienen por segunda o tercera vez; a los primerizos les dejo el beneficio de la ingenuidad. También dejo constancia que ya no voy a ir a las corridas de toros, sería masoquismo puro.

A partir del tercer toro, la poca atención que se tenía a lo que sucede en el ruedo, desaparece; es la hora de la merienda. Las diferentes viandas pasan de unas manos a otras; aquí la regla es compartir lo que se trae en la cesta de comida. Esta es una costumbre que a los extranjeros suele sorprender muchísimo, recuerdo una corrida en la que estaban unos canadienses (o australianos o ingleses, guiris, en todo caso) al lado, y que al principio recelaban cuando les ofrecían comida. Les expliqué que era la costumbre compartir, y me decían, ¡pero es que yo no traigo nada para ofrecer!. Venga, tu come y calla. Ni que decir que se fueron contentísimos y muy bien comidos, pero casi podría decir que de todo lo raro y freak que puede suceder en una corrida de toros en San Fermín, es esto lo que más les sorprendió.

Después del ambiente kitsch de la Plaza de Toros y de más ambiente kitsch en el recorrido por los bares, conseguí culminar la noche con cuatro o cinco canciones de Bunbury en la Plaza de los Fueros. Algunas de su nuevo disco, Viaje a ninguna parte, pero otras mucho más viejas. Una de las más coreadas fue Extranjero, pero también cantó Con el viento a favor, y Pequeño. A lo lejos, mientras íbamos de vuelta a casa, alcancé a escuchar Alicia. Y ya está. La fiesta empieza a descender de ritmo, los de fuera empiezan a volver a sus casas, y sólo nos quedan tres o cuatro días a los de aquí para rematar la faena.

9.7.05

Día cuatro: Pamplona llega casi al millón

Los sábados suelen ser días de mucha gente. El viernes por la mañana empiezan a llegar los que sólo estarán el fin de semana, por lo que el Encierro se complica mucho más la mañana del sábado. Los toros de Dolores Aguirre tuvieron pocos espacios para correr y muchos corredores a quienes herir. Los primeros corneados de la fiesta son cuatro en el tercer encierro.
En una fiesta como esta, no todo es diversión. Los excesos se suelen pagar caro, y aquí la palabra exceso es la más recurrida. Aparte de cuatro heridos por asta de toro y diversos contusionados, dos jóvenes han muerto al caer de las murallas. Parece que es algo que suele suceder con bastante frecuencia, alguna gente que busca un lugar apartado para dormir (o bueno, para lo que sea) va a las murallas y no alcanza a darse cuenta del peligro que corre. Este año han sido estos dos, y uno que está herido, pero que no se sabe si iba con los otros dos o fue una coincidencia de lugar y de tiempo.
Por lo demás, la fiesta sigue como el conejito de las Duracell. Nosotros comimos con los amigos en un lugar llamado El Trujal, y después nos fuimos a lo viejo. Por algunas calles no se puede ni pasar, a algunos bares no se puede entrar. En una ciudad que a duras penas alcanza los 200 mil habitantes, ¿dónde metes a ochocientos mil un sábado a la tarde?.

8.7.05

Día tres: cronología de un encierro

Para los que no saben exactamente lo que es "El encierro":
Se necesitan, básicamente, los siguientes elementos:
Los locos que corren
Los toros
Los cabestros que guían a la manada
Los servicios de emergencia
Los pastores
Los periódicos enrollados en la mano (esto no es estrictamente necesario, pero es la tradición)
El cohete
Javier Solano (el comentarista de Televisión Española desde hace muchos años)
San Fermín, claro.
Aproximadamente a las seis y media de la mañana, se comienza a desalojar la zona por donde pasará el encierro. Esta zona, durante la noche, es la que mayor afluencia de personal tiene, ya que se encuentra en el casco viejo y hay cienes y cienes de bares. Los servicios municipales cierran las vallas puestas ya con anterioridad y los servicios de limpieza recojen las toneladas de basura que se acumularon por la noche, incluidos dos o tres borrachos tirados en la calle y que no se han enterado de lo que pasa.
El recorrido: Los toros salen de los corrales ubicados en la Cuesta de Santo Domingo y de ahí van a la Plaza de Toros, lo cual significa aproximadamente 800 metros. Debido a la cantidad de gente, al peso y velocidad de los toros y varias consideraciones más, es prácticamente imposible correr todo el trayecto, por lo que los corredores se especializan y se ubican a lo largo del camino para correr la pequeña parte en la que se consideran más seguros, o que sé yo como toman la decisión, el chiste es que corren por tramos. Algunos esperan a los toros directamente en la Plaza, lo cual no siempre les da mayor seguridad respecto al toro, igual y se desbanda en el último momento. A pesar de que se tiene más o menos estudiado el comportamiento de los toros, según como haya ido en años anteriores, lo cierto es que nunca se sabe que pasará. Los corredores deben de seguir ciertas reglas que como ya supondrán, casi nunca cumplen.
El primer tramo va de la Cuesta de Santo Domingo al Ayuntamiento y es de 280 metros más o menos. Al pie de la cuesta se encuentra San Fermín, adornado con los pañuelos de las peñas, en donde se ubican los corredores que harán la primera parte y que cumplen con los ritos básicos del encierro: a las 7.55 de la mañana, se canta una copla "A San Fermín pedimos, por ser nuestro patrón, nos guíe en el encierro, dándonos su bendición". La copla se repite a las 7.57 y a las 7.59.
A las ocho, se tira el primer cohete y se abren las puertas, los toros salen junto a los cabestros, encargados de guiar a los toros. Esta parte del trayecto es una de las más emocionantes y peligrosas, primero por la velocidad y a veces el desconcierto con que salen los toros, luego porque hay pocos refugios para los corredores (aquí no hay vallado, el cual también cumple la función de guarida para que los mozos salten hacia ella en dado caso). El segundo cohete se tira cuando todos los toros están ya en la calle.
Después del Ayuntamiento sigue el tramo de la calle Mercaderes, de unos cien metros. Aquí los toros suelen pegarse a la acera derecha, cosa que es bueno tomar en cuenta para los que se quedan contra la pared parados viendo a los toros: es peligroso. No siempre el que corre frente al toro es el que tiene más riesgos.
Luego viene una curva peligrosa, la que lleva a la calle de la Estafeta. Aquí suelen irse los toros contra la valla. Fue donde el toro del primer encierro, el de ayer, se quedó atorado más de medio minuto y se rompió el asta. Han puesto un antideslizante que ha servido para que los corredores no resbalen, pero poco a servido para los toros que recalan aqui casi siempre. Yo diría que es la parte del camino más peligrosa para el toro.
En la calle de la Estafeta el camino es recto, muchas veces aquí los toros se desbandan, ya sea porque se quedó alguno rezagado por la caída, ya sea porque ya van más lentos y cansados.
Sigue el tramo de la Telefónica, de unos noventa metros, los últimos antes de llegar al callejón de entrada a la Plaza.
El callejón también es uno de los tramos más peligrosos, ya que el trayecto se estrecha y se acumulan muchos corredores, por lo que suelen hacerse montones de corredores que caen o se quedan ahí atorados. Si el toro entra despistado, peligro. A veces en el montón caen corredores y toros al mismo tiempo.
En la Plaza de Toros, lo normal es abrirse en abanico y permitir a los dobladores que guíen a los toros. Si se corre al centro de la Plaza, peligro. Y cuando hay mucha gente dentro de la Plaza, lo mismo, peligro.
Se cierran las puertas de los corrales, se tira el tercer cohete que anuncia que los toros ya están guardaditos. Aquí termina el Encierro, los toros quedan a resguardo hasta las seis y media de la tarde, hora de la Corrida. Así que el encierro equivale al Walk Man Dead de los que cumplen la pena de muerte.
Se supone que los corredores son profesionales, que cumplen con los requisitos (no haber bebido ni trasnochado, llevar el zapato adecuado para correr, no tocar el lomo ni los cuernos del toro, después de correr su tramo despejar la calle, etc.) Mientras menos se cumplan estas reglas, mayor peligro hay, por lo que se comprueba mi teoría: los toros no son el peligro, sino los corredores.

7.7.05

Día dos: llegar y besar el santo

Un pañuelo rojo por la sangre derramada del santo, otro pañuelo negro por la sangre derramada en Londres
8.00 a.m. Primer encierro. Ganadería Santiago Domecq. Saldo: en esta esquina, dos heridos por contusiones, ninguno por asta de toro. En la otra esquina, un toro se estampó en la valla de la curva de Mercaderes y se rompió el asta con la que no hirió a ningún humano.
Ni qué decir hacia donde se dirigen mis simpatías y compasión, pero si voy a decir mis razones: Los corredores van por voluntad propia y bajo su cuenta y riesgo, a los toros los llevan al matadero sin pedirles permiso ni opinión.
10.00 La resaca de Pamplona resulta frívola en comparación con la resaca con la que Londres se levanta después de su fiesta por la designación como ciudad olímpica 2012. Me da la impresión de que la delegación de Madrid, en secreto, respira aliviada por haber resultado perdedora. Ya se me quitaron las ganas de fiesta, lo cual no implica que no vaya a seguir festejando. Decía mi primo Gerardo que hay más gente buena que mala en el mundo, el problema es que por cada una de las malas se joden muchas de las buenas.
11.30 Pamplona es una ciudad con muchos santos. Por un lado, está el santo patrono de Pamplona, San Saturnino, por otro, los dos patrones de Navarra, San Fermín y San Francisco Xavier. Y si toda la gente sale a la calle en sanfermines, creo que el festejado no sólo tiene derecho a hacerlo sino la obligación, de andar un rato por el casco viejo.
Estaba dormitando frente a la televisión, escuchando a un cura explicar todo el sentido y detalle de la procesión de San Fermín. De repente, en un segundo de consciencia, me pregunté y qué hago yo aquí escuchando al cura, pudiendo ir a verlo en vivo. Salí a la calle a buscar la procesión, aunque ya un poco tarde, sin saber si la encontraría. A veces estamos en el lugar justo en el momento exacto. Llegué a la Iglesia de San Fermín en el momento en que el santo llegaba de nuevo a casa después del paseíllo. A esas cosas se les llama a veces casualidad, a veces suerte. Yo le llamo llegar y besar el santo.

6.7.05

Día uno: breves destellos de la Fiesta

Los vampiros salen a la calle de día.

Cartel visto en el baño de un bar: Favor de no tirar los vasos en el WC

Dije antes que la Fiesta era esencialmente religiosa:
Estar sobrio es un martirio.
Mantenerse limpio más de diez minutos es un milagro.

Escuchado en un bar: lo bonito es recordar el presente.

5.7.05

Con una media y un calcetín (Pamplona en blanco y rojo)

En Pamplona el aire huele de un modo distinto. Los expositores que anuncian las rebajas de verano se pintan de blanco y rojo, de la mayoría de los comercios cuelga el cartel de cerrado por vacaciones, las herramientas, las grúas y los trabajadores que todo el año embellecen la ciudad han sido guardados, las banderas se sacan al balcón, los guiris caminan ya por las calles con sus botellas de cerveza o vino en la mano. Faltan unas horas para que el momento más esperado del año llegue por fin: el txupinazo que marca el inicio de La Fiesta. La Fiesta o Las Fiestas no necesita más adjetivos, la mayúscula lo dice todo.

Los sanfermines, La Fiesta, tiene un lenguaje propio: txupinazo, Riau Riau, pañuelico rojo, gigantes y kilikis, el toro de fuego, Cebada Gago, las canciones del verano, las barracas, Pablo Hermoso de Mendoza, el Juli, la calle Estafeta, Dolores Aguirre, la fuente “de donde se tiran los guiris”, el encierro, Hemingway, las peñas; palabras que están en la boca de todos pero que cobran realmente vida cuando sube el telón el 6 de julio y sólo se guardan de nuevo en el cajón nueve días después, cuando se canta el “Pobre de mi” y todo vuelve a la normalidad, la ciudad vuelve a ser tranquila y limpia, vuelve a ser la Pamplona de toda la vida, la que tiene por delante trescientos y tantos días para poner linda la ciudad, hacer apuestas sobre quién dará el txupinazo, como será la camiseta del Kukuxumusu 2006, quién ganará el concurso del diseño del cartel que anuncia la fiesta.

Los sanfermines me parece una fiesta de lo más contradictoria, que no acabo bien de entender; es esencialmente religiosa (se supone que celebramos a uno de los patronos de Pamplona, San Fermín), una fiesta en medio de una ciudad con una gran tradición católica y con muchos adeptos (¿o cómo se les llaman?) del Opus Dei y que dedica nueve días a violar sistemáticamente todos y cada uno de los diez mandamientos. Es como un carnaval, pero no como preludio a una fiesta religiosa, sino que es el programa mismo. Lo cierto es que hay de todo, (y cuando digo de todo, es de todo), empezando con las procesiones y las liturgias a San Fermín y terminando con la parte más extraña del conjunto, pero al mismo tiempo la más tradicional, el encierro. Tan contradictoria como la fiesta es mi opinión sobre ella. Más que opinión, es mi emoción, porque como he dicho, no me puedo forjar una opinión medianamente estudiada de algo que no entiendo, pero lo que vivo, lo que siento en esta mi cuarta presencia sí lo puedo decir y es eso, un cúmulo de emociones contradictorias. Por ejemplo; me encantan los toros, me encanta verlos correr en el encierro, y me encanta verlos entrar con toda la fuerza que tienen en la Plaza, ya sea cuando vienen de correr el encierro, como cuando entran a la corrida de toros. Pero no puedo dejar de pensar, mientras corren, que esos toros dentro de unas horas van a morir, y que, como en la época de los romanos, la diversión principal consiste precisamente en verlos morir. Lo más curioso es que un día antes un colectivo de protectores de animales hace un “encierro humano” con gente desnuda corriendo por la ciudad protestando en contra del maltrato a los toros. La expectación que inunda la ciudad, la emoción es contagiosa. Una fiesta donde parece que lo único que se ve son borrachos pero que la mayor parte de las actividades que se programan son para los niños.

Jubilados que dejan el “txiquito” y la mesa del mus para recorrer juntos los bares de “lo viejo” y cantar y bailar como cualquiera la canción del verano, PTV's, guiris que acampan en el parque de la Taconera y en la Vuelta del Castillo, bebés que estrenan alpargatas, pañuelico tamaño mini y su primera faja, cuadrillas que nunca tienen tiempo de verse durante el año porque cada quién hizo su vida pero que asisten religiosamente a su almuerzo del día seis, peregrinos que van a Santiago y hacen un alto en el Camino para vivir la fiesta, gitanas que te leen la mano (el timo más típico), carteristas, hippis, mozos corredores del encierro, piratas disfrazados de gente decente, gente decente disfrazada de gamberros....el personal es variado, ecléctico y heterogeneo aunque se vista igual. También en los invitados a la fiesta hay de todo.

Pensando en México, creo que el Txupinazo podría equipararse a “El grito” del 15 de septiembre, un ciudadano ilustre sube al balcón del ayuntamiento, grita tres vivas a San Fermín y tira el cohete que anuncia a la ciudad el comienzo de las fiestas. El resto, la fiesta en sí, me recuerda un poco al Cervantino, con menos cultura y más color blanco y rojo, tal vez un poco más de bares y un poco más de gente de todas las edades pero el mismo caos, la misma locura, el mismo desmadre.

El reloj de la página web de Kukuxumusu marca que faltan 18 horas, 15 minutos, 32 segundos. Mañana a esta hora, en Pamplona nadie sabrá como se llama ni de donde es, todos sabremos si Madrid será ciudad olímpica o no, Armstrong estará a un día menos de ganar el Tour de Francia, los tendederos de los que hoy colgaba la ropa blanca estarán vacíos, el pañuelico habrá dejado de estar en la muñeca y estará en el cuello, algunos aprovecharán para irse a la playa, los más estarán en algún bar del casco viejo cantando y bailando, la ciudad tendrá su cuota de explosión demográfica más alta del año (en sanfermines alberga hasta su cantidad de habitantes multiplicado por seis), la lluvia probablemente intentará frustrar la fiesta pero todos la tomarán como un elemento más de diversión; mañana a esta hora faltarán muchas horas para irse a dormir, y nadie estará pensando cuantos días, horas y minutos faltan para San Fermín.